Pongámonos de cara a la verdad; de cara a la realidad. No se puede huir a la teoría por no querer ver lo que sucede en la práctica. Todos somos vecinos de escalera, integrantes de un barrio, ciudadanos, al fin y al cabo. Y lo que nos rodea nos dice, más allá de estadísticas y de datos, que este es un país que está, en mayor o menor medida, “hipotecado” demográficamente.
Para ser precisos, las cifras* nos dicen que, en España, se producen 154.495 muertes más que nacimientos, con la consiguiente contracción de la población española. El porcentaje de niños respecto de la población era, a principios del 2020, del 14%, y gracias a la extensión de hábitos saludables, y una cobertura sanitaria universal, hemos logrado una longevidad media de 82 años (hombres y mujeres). El paro juvenil supone un 38% de la población activa, y nos acercamos cada vez más, a la cifra de 500.000 desempleados entre la población más joven. Teniendo en cuenta los datos, y la tendencia cada vez más pronunciada de indicadores económicos negativos, esta regresión nos hace alejarnos cada vez más de la mejora continua en la sociedad del bienestar, que nos dimos a principios de los años ochenta.
Pero un análisis más cualitativo, donde los informes y la interpretación por parte de expertos, complemente a las estadísticas, nos lleva a una cuestión más profunda: ¿Estamos ante el “estado del bienestar” que realmente deseamos? ¿Es sostenible la estructura de este entramado de solidaridad y esfuerzo fiscal?
En las sociedades occidentales, entre las cuales obviamente nos encontramos, se trabaja hasta edades bastante avanzadas, independientemente del sector en el que se desempeñe. Esto va unido a la carga fiscal progresiva que se soporta, que puede oscilar desde un 2% al inicio de la actividad, y para jornadas parciales, hasta el 25 % en las situaciones de jubilación media en España. Hay que tener en cuenta que el tope máximo en IRPF se encuentra, para trabajadores por cuenta ajena, en el 47 % de retención. Estos datos financieros, unidos a la circunstancia territorial de una sociedad rural vaciada, la tendencia progresiva en intensidad y propaganda, cuestionando el régimen instaurado en 1978, la insuficiente protección a la propiedad privada, la falta de cultura de la ética pública (y privada), la sostenibilidad de las pensiones, y otros problemas coyunturales, llevan a amplios sectores de la sociedad a preguntarse: ¿y qué hay de lo mío? ¿alguien tiene que protegerme? Los niños, y los fondos europeos, ¿vienen de Paris en lugar de partir de Bruselas? Esa sensación de desamparo crece cada día, en parte fomentada por los poderes públicos, y en gran medida, en mi opinión, porque cedemos demasiada “soberanía”, de nuestra responsabilidad personal, hacia lo colectivo.
Seamos realistas. Las sociedades, en general, padecen una inmadurez que en cierto modo ha sido originada por cierto paternalismo, en lo que a políticas públicas se refiere, y que en cierto modo tiene una cura, en forma de renovación demográfica: con la población infantil y juvenil actual de España, es imposible cubrir las necesidades laborales y de solidaridad intergeneracional que un país desarrollado necesita, y si queremos hacer sostenible el Estado del Bienestar 3.0, debemos utilizar la actividad de fomento de las administraciones para introducir incentivos a la natalidad. Y como bien se resumiría en un hashtag, hoy en día #LosNiñosNoVienenDeParís
Economía y Trabajo
Un occidente envejecido no puede competir con un oriente joven y en crecimiento. Con capital humano en progresión, con mentes preclaras y motivadas, podremos crear riqueza, productividad, innovación, que son el sustrato de un crecimiento económico sostenido y sostenible, que supondría incentivar como se merece el talento, y fomentará la meritocracia con un avance muy pronunciado, hacia una sociedad donde puedan vivir mejor nuestros hijos y nietos.
Es necesario que la sociedad no se acomode, no se vuelva inconscientemente conformista, doméstica en lo laboral, sin ambiciones de promoción, lo que provocaría una merma en las condiciones de trabajo en la clase media trabajadora. Y nunca está de más, recordar que los que emplean, los que arriesgan sus ahorros e hipotecas, son también los emprendedores, los autónomos, los tan denostados “empresarios” caricaturizados con chistera y puro. La mayoría de los que yo conozco, gastan gorra y chicle para aplacar los nervios. El binomio emprendedor-trabajador, luchando por ofrecer a la sociedad el mejor producto o servicio, al mejor precio es tan sólido como el del empleado público comprometido con la sociedad y el ciudadano. Por otro lado, el sector servicios seguirá “engullendo” trabajadores de otros sectores, aumentando la excesiva dependencia que tenemos del turismo y del sol. No debemos fiarlo todo al 20% que supone la hostelería y la restauración en nuestro PIB. Los servicios y la industria son nuestra responsabilidad para que siga creciendo y adaptándose a los nuevos paradigmas económicos y comerciales.
Los poderes públicos deben destinar recursos a la promoción y difusión de las salidas profesionales que ofrecen sectores como el Big Data, la nanotecnología, los compliances, el desarrollo de aplicaciones virtuales, el Diseño e Impresión 3D, Arquitectura BIM, Operario de Robots, Ingeniería Ambiental, biotecnología, especialistas en Banca Digital y Criptomoneda, Alojamiento de Datos, Ingeniería Alimentaria, DPD, etc. Tenemos aliados en el sector privado que pueden colaborar en la preparación y recepción de todo ese talento humano con posibilidad de ofertas de puestos de trabajo. Estoy convencido de que estas empresas, una vez que los admitan en sus plantillas, continuarán con la formación y capacitación de estos jóvenes. Ante la falta de aspirantes cualificados, les harán brillantes, únicos y con sentido de pertenencia, utilizando para ello los incentivos sobre el rendimiento y la capacitación, así como otros recursos, como, por ejemplo, en forma de acciones de capital en dicha empresa.
SALUD, VIVIENDA, COMERCIO
En este orden de cosas, las políticas públicas nacionales y regionales (las competentes) y las locales (en apoyo) deben incidir en el cuidado y rehabilitación, si cabe, de la salud mental de nuestros mayores, abordando los cada vez más importantes problemas de soledad no buscada, Parkinson, Alzeimer, demencias y depresión. Hemos sido capaces de alargar nuestra vida corporal, pero no hemos sido capaces de alargar de forma paralela, nuestras condiciones mentales.
La oferta pública de vivienda para jóvenes, ayudándolos a emanciparse y crecer como seres humanos independientes, puede y debe hacerse. Pero siempre contando con los estudios necesarios para llevar a cabo las promociones de una manera racional e inclusiva. Uno de los mayores problemas de las empresas municipales de vivienda es la falta de transparencia y solvencia financiera. Se deben poner los medios técnicos y humanos necesarios para que la rendición de cuentas y la sostenibilidad sean una realidad, y que las administraciones territoriales se impliquen en los proyectos.
El problema de los locales vacíos, y la modernización del comercio local, sobre todo en los núcleos centrales de las ciudades, es otro de los factores a tener en cuenta para actuar como administración y facilitar segundas oportunidades a los espacios urbanos. Está demostrado que los planes urbanos de los años ochenta y noventa necesitan una actualización, y que los locales necesitan reinventarse, en parte por el auge de los Centros Comerciales y en parte por los tiempos que dedicamos a las compras, convirtiendo estas en costumbres semanales más que diarias, y adaptarse a los modelos de vida actuales. Los nuevos PAU desarrollados en Madrid, reducen los edificios con locales comerciales al 20%. Mantengamos los locales comerciales de las calles principales y definamos un mejor uso al resto, como, por ejemplo, convirtiéndolos en vivienda destinada a población con este tipo de necesidad.
modelos de convivencia, Educación y Natalidad
Cuando dos personas inician una vida en común, sean del sexo que sean, o alguien decide por sí solo o por circunstancias sobrevenidas, llevar adelante una familia, ese proyecto necesita que no haya muchos obstáculos que se interpongan en el camino. Hay tantos modos de tener un hijo como de necesidades en su concepción y cuidado. La gestación subrogada en España es un “tabú” no exento de prejuicios religiosos, ideológicos o de oportunidad política. Pero como toda censura a la libertad, terminará normalizándose en una sociedad progresista, como, por ejemplo, en países como Canadá, Estados Unidos, Grecia, Australia, Reino Unido, donde es una realidad, una opción más para crear un proyecto de vida en común. Estos procesos a las familias españolas les cuesta entre 60.000€ y 100.000€, actualmente. ¿Debemos seguir dejando este recurso solo para los pudientes?
Ponerle cortapisas a un proyecto de vida, significa no dejar a la sociedad que avance, que se desarrolle. Es entonces cuando los jóvenes y población adulta necesitan ayudas y asesoramiento tanto en los modelos existentes, como en las cuestiones legales, sanitarias, psicológicas y tributarias. El liberalismo garantiza el equilibrio; una sociedad de contrapesos donde la responsabilidad personal y la garantía de recursos básicos pueden gestionarse con éxito.
El modelo educativo debe tomarse en serio, de una vez, por todo el arco parlamentario. Basta ya de utilizar este asunto como arma arrojadiza e ideológica. Hay que abordar la cuestión de la gratuidad de la etapa de 0 a 3 años para aliviar las cargas económicas y contribuir a la incentivación de la natalidad. La circunstancia actual no invita a tener hijos, y mucho menos, si a estas dificultades le sumamos la incompatibilidad horaria que suponen los cuidados en los primeros años de la vida de un niño. La conciliación familiar debe de ser el pilar fundamental de una sociedad moderna, progresista y garante de sus derechos y obligaciones para con las sociedades futuras.
Si nuestro país es capaz de fomentar la natalidad de los jóvenes que tengan entre 25 y 40 años, y que ese esfuerzo se mantenga durante 25 años, estaremos contribuyendo a la sostenibilidad de esta sociedad de bienestar, un marco de convivencia capaz de garantizar a sus ciudadanos las necesidades básicas, a partir de las cuales, el proyecto libre de cada persona se pueda desarrollar sin cortapisas.
Habremos dotado, entonces, a esa verdadera sociedad de bienestar, de una solidez y continuidad que ciertos sectores ideológicos le niegan. La riqueza, la sostenibilidad no crece en las macetas. Hay que hacer un verdadero esfuerzo de planificación y seguimiento para hacerlo sostenible, y no dejarlo en una mera expresión que, por muy repetida, no tenga reflejo en el día a día de la gente. Habremos llegado a un país autosuficiente, priorizando sus gastos necesarios e incentivando las políticas de ahorro, que tanta prosperidad han dado en otros países. De la manera que está enfocado ahora el problema del déficit y la deuda pública, seguiremos soportando unas de las cargas fiscales más altas de los países desarrollados, continuaremos hipotecando a las sociedades futuras, creando una sensación “falsa” de sociedad de bienestar garantizada. La deuda no es la mejor aliada de los proyectos, y a menudo, si no hay un respaldo fuerte, solo genera tensión, futuro hipotecado y dependencia. Y nos estamos acostumbrando demasiado a eso. Es más; se fomenta desde ciertos sectores como itinerario político viable, en mi opinión, errónea e irresponsablemente.
#LosNiñosNoVienenDeParís
En conclusión, si una sociedad no es capaz de fomentar una generación libre, donde se premie la meritocracia, donde exista una seguridad jurídica que proteja tu propiedad privada, donde haya una verdadera igualdad entre miembros de un núcleo familiar, no habrá progreso posible. Los tres objetivos fundamentales para el avance de la sociedad serán, la ampliación del mercado de vivienda joven, con ayudas justas, el fomento proporcionado de una natalidad necesaria para garantizar el futuro, sin crear agravios comparativos, y la garantía de que la propiedad privada y la libertad serán respetados como derechos fundamentales. De no ser así. La cigüeña de la oportunidad pasará de largo, y los niños que antes venían de Paris, vendrán ahora de Bruselas, vestidos de negro y con un maletín.
Fuentes: INE y estadísticas en medios de comunicación.
Roberto Baldanta
Político
@BaldantaTel