Recientemente, se ha celebrado la semana de la movilidad. Es una realidad que nos afecta a todos y que va a ser clave en el bienestar de las generaciones futuras. El actual modelo de movilidad, influido por decenas de normativas, directivas y planes estratégicos en marcha, necesita todavía de un cambio de rumbo en su objetivo hacia la eliminación de externalidades negativas, como es la reducción de gases de efecto invernadero y otros contaminantes contribuyendo, como un vector importante, en la lucha por la detención radical del fenómeno del cambio climático.
El enfoque práctico, sobre la puesta en marcha de modelos, con bajo consumo de carbono y energético, o directamente, descarbonizados, influyen en una reducción considerable de los tóxicos y nocivos, visualizando por fin unas políticas ambientales efectivas, en las cuales, el transporte sobre ruedas y mediante alas, cada vez confluya más en las emisiones 0, que ostenta la movilidad sobre raíles.
Las instituciones mundiales, desde su lógica perspectiva global, han abierto el camino hacia este modelo de descarbonización y de economías circulares sostenibles. La ONU y su agenda 2030, desarrollada en los diecisiete objetivos de desarrollo sostenibles, dentro de los cuales, en cuanto a movilidad se refiere, pueden aplicarse hasta cuatro de ellos:
3. Salud y Bienestar.
11 Ciudades y Comunidades Sostenibles.
13. Acción por el clima.
17. Alianzas para lograr los objetivos.
Desde la Comisión Europea, se han marcado, en los últimos años, perspectivas y vías de actuación (directivas aparte) para mejorar la movilidad y hacerla dinámica y sostenible:
- Asociación sobre movilidad urbana.
- Paquete (2013) sobre movilidad urbana.
- Estrategia europea a favor de la movilidad en bajas emisiones.
- Libro blanco del Transporte. Desde el año 2011 y aun aplicable en la actualidad.
En España, la legislación estatal y de las comunidades autónomas, sobre todo en materia de medio ambiente, se encuentra repartida, siendo de competencias concurrentes, en las que las administraciones territoriales pueden crear “normativas complementarias de protección”. Citar por su importancia la ley 21/2013, de evaluación ambiental; una ley que no se queda en estáticas propuestas, sino que apuesta por el dinamismo y la diversificación de perspectivas y responsabilidades. Influye tangencialmente en la movilidad, en espera de la ansiada ley de movilidad sostenible y financiación del transporte, que debe aprobarse definitivamente en próximas fechas.
Como bien indica el título de este escrito, necesitamos dinamismo y apertura de miras en la gestión de los transportes y las energías, para llevar a cabo proyectos sostenibles. Los Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS), surgen en la necesidad de mejorar el medio ambiente, la salud y el bienestar, precisamente para llevar a los municipios los efectos positivos de la aplicación de buenas políticas.
La contaminación acústica del tráfico rodado, en nuestras ciudades, deteriora la salud de la población, e indirectamente, resta tiempo y calidad de vida en los proyectos vitales de los ciudadanos. Atascos, ansiedad, polución, accidentes, falta de aparcamientos, inclusión de puntos de recarga en lugares estratégicos, todos estos factores influyen en el modelo productivo, y de bienestar de la sociedad.
Entre muchos de los factores que influyen en los hábitos de movilidad en la sociedad, se encuentra la localización de las empresas. La rigidez que acompaña a la realización de las infraestructuras necesarias, en el desarrollo urbanístico de los planes generales, provoca que la terminación definitiva de las infraestructuras, coincide con la aparición de nuevas necesidades sobrevenidas por el dinamismo emprendedor y de logística. Este solapamiento de usos y demandas, en el desarrollo de equipamiento, sobre todo en polígonos industriales, afecta de manera directa a las relaciones profesionales y sociales.
Por otro lado, la disponibilidad del suelo industrial, y la elección de las empresas, fábricas y dinamizadores comerciales, ha provocado el aumento del número y distancia de los desplazamientos en vehículos en las áreas metropolitanas, y esto ha derivado en tendencias urbanísticas, ciertamente novedosas.
El fuerte crecimiento de la demanda, tanto de viajeros como de mercancías, se ha canalizado hacia la carretera, en parte por el declive del ferrocarril, al necesitar de una planificación y ejecución de infraestructuras de más complejidad. Gran culpa de esto ha tenido las desigualdades presupuestarias entre regiones, así como sus condiciones geográficas.
Como dato interesante, hay que remarcar, que el espacio urbano ocupado por el uso del coche y el transporte motorizado en general representa el 50 % en los nuevos desarrollos urbanos, lo que deriva en una pérdida de autonomía en personas de movilidad reducida, niños y ancianos. Es por ello que debemos de diseñar e implementar, sistemas de transporte de calidad y con alternativas más sostenibles. El ODS 17, alianzas para lograr los objetivos, va a ser fundamental para llevarlo a la práctica. Ayuntamientos y CC. AA en coordinación perfecta para llevar a cabo los proyectos. Todos los indicadores apuntan a que se debe dar continuidad al flujo de transporte interurbano y urbano al resultar el transporte por carretera, con diferencia, el modo predominante en la movilidad. Capítulo aparte supone el reto técnico y político de los nuevos desarrollos urbanísticos e industriales, que impactarán de modo inequívoco, en el dimensionamiento del transporte público.
Todas estas variables de movilidad, pueden afectar a la vida cotidiana de los ciudadanos, a menudo de forma negativa, en forma de posible congestión y concentración excesiva de tráfico rodado. También tenemos que tener en cuenta que los desarrollos de infraestructura deben de convivir con la biodiversidad, poniendo especial atención en la no excesiva fragmentación de zonas, provocando el aislamiento de especies, en el efecto barrera que provocan vallados perimetrales, zonas asfaltadas, contaminación acústica que dificulte el libre desarrollo de las especies de la fauna autóctona, etc.
Hablando de gases de efecto invernadero y emisiones de carbono, hay que señalar que el transporte por carretera causa aproximadamente el 89% de las emisiones, la aviación el 6%, el transporte marítimo el 3% y el ferrocarril apenas el 0.5%. Es decir que el transporte en carretera absorbe casi el 80% del consumo de energía.
Es un reto que no afrontamos solos, sino que se aborda en coordinación con la Unión Europea y sus políticas de fomento del desarrollo sostenible y la movilidad. Entre los temas incluídos en la agenda política a este nivel, podemos encontrarnos el hecho real de la movilidad de personas y mercancías y su relación con el fenómeno de la globalización, o el continuo crecimiento de Europa hacia el Este del continente, con la inevitable expansión de transportes y movilidad de los ciudadanos.
Haciendo un balance breve de los fenómenos más importantes que van a influir sobre movilidad, señalamos como prioritarios, la demanda de transporte determinado por la intensidad del tráfico, el consumo de energía dependiendo del medio que se utilice y en consecuencia, la limitación y tendencia a cero de la emisión total de contaminantes.
Las ciudades europeas actuales, esas comunidades de convivencia verdes y solidarias, deben poner el foco sobre la movilidad personal, y que ésta, tenga los medios legales y de soporte para que los ciudadanos puedan utilizar los medios de emisión cero, como bicicleta, VMP y transporte público de bajo o nulo impacto. Medios que deben ser prioritarios para desplazamientos en su interior, garantizando así condiciones favorables para el uso de otros modelos de movilidad alternativos al vehículo privado. De este modo se evolucionará en todos los sentidos, pero uno de los más importantes será en el de la movilidad sostenible, que no es otra, que una movilidad segura para sus usuarios, medio ambiente, comunidades y entornos ( urbanos y rurales).
La movilidad de una ciudad se conseguirá de una manera homogénea, si se tiene en cuenta a toda su población. La inclusividad no es una opción; es una obligación moral, legal y de futuro.
En breve espacio de tiempo, disfrutaremos de ciudades mejor preparadas para toda la diversidad de personas, en todas las dimensiones de desarrollo social y económico. Individuos que pertenecen a colectividades con necesidades varias, pero también con talentos para aportar a la sociedad. Ciudades con menos contaminación atmosférica, hídrica, de terreno, lumínica y acústica o lo que es lo mismo, entornos urbanos en los que la vida sea mucho más fácil y agradable para todos los ciudadanos que viven en ella
Lanzo una pregunta al aire: ¿Para cuándo una formación integral y realizable en las escuelas, comenzando por el transporte en bicicleta, y unos conocimientos mínimos en seguridad vial y sostenible? Coordinemos una voluntad política común entre administraciones. Nos va el futuro en ello; el nuestro y el de nuestros hijos y nietos.
Fuentes consultadas: Ministerio de Fomento, Ministerio de Medio Ambiente, Comisión Europea, ONU.
Roberto Baldanta
Político
@BaldantaTel