Hagamos un ejercicio para juzgar la labor de un jefe de estado que no implique hablar de cuestiones morales, ni humanas, ni éticas, ni de bondad o maldad. Un ejercicio puramente maquiavélico. Es decir, fijémonos exclusivamente en los resultados de la gestión de ese príncipe, cómo lo llamaría el gran florentino, considerando que el objetivo del príncipe es prevalecer sobre el resto, tanto a nivel personal como de estado.
En este sentido, el siglo XX nos ofrece un claro ganador en la categoría de incompetentes. Este es sin ninguna duda Adolf Hitler que dejó a su país aniquilado, arruinado, arrasado, dividido y ocupado por sus enemigos y cuyas acciones permitieron que sus enemigo mortales, los bolcheviques, se hicieran con la mitad de Europa y de Alemania. Mientras tanto, él se acabó suicidando y su cadáver incinerado fue abandonado en un cráter de bomba. Curiosamente todavía los hay que admiran a aquel hombre. Difícilmente se puede hacer peor.
En el otro extremo tenemos a Franco, Stalin o Mao, que murieron tranquilamente en sus camas ocupando la cúspide del poder y dejaron a sus países en mejor posición económica, política o militar que los encontraron a sus llegadas al poder.
El siglo XXI es aún joven pero creo que ya tenemos a un potencial ganador de la categoría del dirigente más incompetente de este periodo. En efecto, parece difícil que nadie le vaya a hacer sombra a Vladimir Putin, aunque siempre cabe la posibilidad de que llegue alguno nuevo y haga bueno lo que un comentarista inglés de golf llamaba el golpe del cuñado: siempre peor que lo esperado. Digamos que por el momento tenemos un ganador en la casa club.
Veamos lo que por el momento ha conseguido este genio con su “Operación Especial” en Ucrania:
- El principal objetivo de la invasión era “liberar” a los ucranianos de un régimen neonazi. El ataque ruso, por el contrario, ha convertido a Zelensky, un actor desconocido de teleseries al que nadie tomaba en serio, en un héroe nacional y en uno de los líderes más admirados del mundo.
- Según la propaganda de Putin, Ucrania nunca ha sido otra cosa que un apéndice de Rusia. Si algo ha conseguido Putin con su invasión ha sido unificar a la población ucraniana en contra del invasor ruso y galvanizar un patriotismo que pensábamos pertenecía al pasado.
- El ejército ruso, en su día el segundo del Mundo, era temido y respetado. El fiasco militar ruso en Ucrania ha desvelado la incompetencia del ejército de Putin tanto en sus mandos altos e intermediarios como en la moral y pericia de sus combatientes. No cabe duda de que a día de hoy, vista la actuación de las armas rusas en Ucrania, más naciones se atreverán a desafiar al oso ruso.
- Uno de los objetivos de Putin era dividir a la UE, como lo prueban sus injerencias rusas en el “Procés” o en el Brexit. Después de la invasión de Ucrania los miembros de la UE han estrechado sus lazos y la Unión se ha vuelto más atractiva para naciones extranjeras, como lo demuestran las banderas europeas que ondeaban en las calles de Tiblisi en los recientes disturbios.
- Otro objetivo e Putin era debilitar a la OTAN. La Alianza se encontraba en una situación difícil después de la era Trump. Como dijo hace poco Macron, la OTAN se encontraba en estado de muerte cerebral. La invasión de Ucrania no solamente ha resucitado a la Alianza sino que la ha reforzado con la entrada de Finlandia y la probable incorporación de Suecia.
- Las levas de Putin han causado la huida de Rusia de casi un millón de hombres jóvenes educados y formados, causando un tremendo déficit de materia gris en el país.
- La guerra se ha cobrado por el momento unas doscientas mil bajas rusas. Queda por comprobar como reaccionará la sociedad rusa cuando compruebe la llegada de féretros y de hombres lisiados que deberán sobrevivir a cargo del estado.
- La guerra ha demostrado las carencias de la otrora prestigiosa industria armamentística rusa, una de las principales fuentes de exportaciones rusas. Es poco probable que, visto lo visto en Ucrania, siga existiendo mucho interés por adquirir armas rusas. Sobre todo cuando la gran potencia rusa se ve obligada a importar armas y municiones de países como Corea del Norte o Irán o a sacar del armario carros de combate de los años cincuenta.
- Putin confiaba en que los países europeos, yonquis del gas ruso, iban a arrodillarse el invierno pasado, muertos de frío. No solamente eso no ha ocurrido, sino que la UE ha sabido, contra todo pronóstico, diversificar sus fuentes de aprovisionamiento en hidrocarburos. Eso quiere decir que, incluso cuando termine la guerra, los principales compradores pasado de gas ruso en el pasado probablemente ya no volverán.
- Putin decía que las sanciones económicas no harían mella en la economía rusa. Hace unos días se ha visto obligado a reconocer lo contrario. Algo que todos sabíamos ya, conocedores que los rusos se ven obligados a canibalizar bienes de consumo para recuperar los microprocesadores de una lavadora o de un televisor para reutilizarlos en la producción de armamento.
Estos no son más que algunos de los logros del gran hombre de estado ruso. No me atrevo a imaginar lo que les espera a los rusos en caso de derrota militar. Derrota de la que estoy convencido. En cuanto al final de Putin, no sabemos cual será, pero que su cadáver aparezca incinerado en un vertedero no parece ni descabellado ni inmerecido.
El Circo Continúa…
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga