Queridos lectores, aquellos de ustedes a quién les gusta España y no conozcan Zamora, no pierdan un minuto más y vayan a visitar esa maravillosa provincia. Vayan a Toro a conocer su extraordinaria Colegiata y a degustar sus vinos tintos. Viajen a la sierra de la Culebra a practicar el trekking y quizás avistar algún lobo. Y, sobre todo, no se pierdan Zamora capital, su románico, sus vistas sobre el Duero, su gastronomía.
Y, si necesitan algún otro aliciente, hagan, como Cayetana Álvarez de Toledo, un viaje temático a Zamora, a demostrar que la tierra es redonda y a darle una patada en el tafanario al Cheposo.
El Cheposo y su “señor” padre se pusieron dignos y le pusieron una demanda a Cayetana por llamarle terrorista a Iglesias senior. Pero no cayeron en que, con tanta dignidad, se les había olvidado las muchas veces que se habían jactado de la militancia de papá en la banda terrorista FRAP. Lo siento, Cheposo, pero, por definición, un militante de una banda terrorista es un terrorista, por muy digno que te pongas. Y así se lo dijo el fiscal, antes de mandarlo a su casa. Eso te pasa, Cheposo, por bocazas. Y da igual que a papá los jefes frapistas le tuvieran repartiendo octavillas a la salida del metro, porque era demasiado esmirriado para encomendarle acuchillar a policías inocentes. Con octavillas o con navajas, Iglesias padre es un terrorista. No lo digo yo, lo dice el fiscal.
El pobre Cheposo lleva una temporada difícil. Le debe costar sentarse ante el micrófono de su podcast. No gana para patadas en las posaderas.
La primera se la dio su colega MEMA, cuando el macho alfa, en las últimas elecciones de la Comunidad de Madrid, pretendió encabezar la lista conjunta de Podemos y Más Madrid. “¿De qué vas?” le dijo la comunista madrileña, “¡quieto parao, Pablito, que aquí no mandas ná!”.
Al poco tiempo, le pateó las posaderas otra gata. La coz que le estampó Isabel Díaz Ayuso en las elecciones madrileña fue de tal calibre que lo expulsó de la política española. Ahí se acabó el asalto a los cielos del Coletas. De hecho, hasta ahí llegó su coleta.
Y ahora, el pobre Cheposo vuelve a recibir un puntapié en sus nalgas, otra vez propinada por una mujer. Otra vez por una gata, aunque sea de adopción. Y esta, para más INRI, va con recochineo.
Tiene mérito este Cheposo. El “más masculino y el más femenino” de los comunistas aguanta el chaparrón con dignidad, porque cualquier otro por mucho menos se habría vuelto forófobo y misógino.
Una vida frustrante la del Cheposo. Él, que se cree un gran intelectual, nos habla de la “Ética (sic) de la Razón Pura”. Él, que se cree Sartre pero que en vez de estar unido a Simone de Beauvoir, está arrejuntado con O Sea Tía. Él, que se ve como un nuevo Ché, no lucha en la Sierra Maestra sino que vive en un chalé de Galapagar. Él, que se imagina el nuevo Lenin, tiene un podcast. Él, que sueña con ser un gran libertador de “la gente”, es vicepresidente al cuarto, bajo la bota de Antonio.
Te entendemos, Cheposo, la vida de un fantasma bocazas no debe ser fácil.
El circo continúa…
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga