Todo lo que se ignora se desprecia.
Hijo mío, le dijo el idiota a su vástago, que la ignorancia no sea impedimento para que digas siempre tu opinión. Hijo mío, continuó el idiota, no pierdas nunca la oportunidad de sentar cátedra, sobre todo si te colocan un micrófono delante. Y sobre todo, hijo mío, concluyó el idiota, da rienda suelta a tus prejuicios y nunca permitas que la realidad arruine unas ideas bien preparadas. Y con esos sabios consejos, el hijo del idiota se graduó en periodismo y se hizo contertulio. Así, durante el resto de su vida pudo opinar cada mañana en público sobre evangelismo, sobre el Pacto de Varsovia o sobre cocina tailandesa. Así, se pasó el resto de su vida sentando cátedra ante millones de oyentes sobre el reglamento del parlamento de la V República francesa, sobre vacunación o sobre la pesca del bocarte. Y todo ello no habiéndole dedicado a ningún tema más que unos pocos minutos wikipédicos.
La semana pasada tocaba golf. Y la contertulia de turno era una tal Lucía Méndez.
La semana pasada, miles de espectadores que asistían en directo al desenlace del Masters de Augusta aclamaban al nuevo campeón, un vizcaíno de 28 años llamado Jon Rahm. Millones de fans en el Mundo entero se maravillaban ante la nueva estrella del universo golfístico. Cientos de miles de españoles nos llenábamos de orgullo al añadir a nuestro panteón de héroes deportistas a este chaval, junto con Rafa Nadal, Seve Ballesteros, Induráin, Marc Márquez.
Carlos Sáinz, Fernando Alonso o este otro chaval, Carlos Alcaraz, por citar solo a algunos. Y millones de españoles amantes del deporte todavía no nos acabamos de creer la suerte que tenemos de poder seguir las hazañas de tantos compatriotas, y nos compadecemos de franceses, italianos y otros alemanes, cuyos panteones están llenos de telarañas.
Pero la tal Lucía Méndez no estaba de acuerdo con toda esta gente. La tal Lucía Méndez opina que la victoria de Jon Rahm es un hecho marginal que solo interesa a un puñado de ricos. Porque, según la tal Lucía Méndez, el golf es un deporte muy elitista.
Supongo que aquella mañana a la tal Lucía Méndez no le había dado tiempo consultar con Wikipedia, pero, ¡quiá!, que la ignorancia no sea una razón para callarse. Pero si la tal Lucía Méndez se hubiera informado un poco antes de sentar cátedra, se hubiera enterado que en el Mundo hay cerca de setenta millones de golfistas federados. ¡Menuda élite!
Y de esos setenta millones de elitistas jugadores, trescientos mil conforman la ínfima élite de golfistas españoles, es decir, el tercer deporte español con más federados, después del fútbol y… ¡la caza! Para que la tal Lucía Méndez se haga una idea, hay en España dos veces y media más golfista que gaditanos. Me pregunto si el Kichi se ve a sí mismo cómo parte de una élite. Tan elitista es el Kichi que forma parte de otra élite: los menos de veinte mil afiliados a Podemos, si es que todavía es podemita, que cada vez es más difícil seguirlos. También es bastante elitista el PSOE que no llega a doscientos mil militantes.
Pero tu no te desanimes Lucía. No dejes que la realidad estropee tu relato.
Porque el relato de la tal Lucía Méndez no termina aquí. La tal Lucía Méndez nos informa que Jon Rahm es español ma non troppo. Es español de aquella manera, porque le mandaron sus padres a estudiar a EEUU con dieciséis años y porque juega en el tour americano. Poco importa que Jon no pierda oportunidad de reivindicar sus orígenes, de rendir homenaje a su héroe Seve, de abrazar a José María Olazabal o de venir cada año a Madrid a jugar el Open de España, a pesar de que sea un campeonato de importancia limitada para su carrera. Según la Tal Lucía Méndez, Jon es muy poco español.
Me gustaría saber que piensa la tal Lucía Méndez de Luis Rojas Marcos cuya carrera profesional se ha desarrollado a la cabeza de los servicios de psiquiatría de la ciudad de Nueva York; o que piensa de Pablo Picasso que vivió en Francia la mayor parte de su vida; o de Xabier Cugat que pasó media vida en Hollywood; o de Pep Guardiola que ha ejercido de entrenador fuera de España el doble de tiempo que en nuestra liga.
Pero es igual, Lucía, da rienda suelta a tus prejuicios.
Porque mañana, la tal Lucía Méndez ya no se acordará de lo que dijo la semana pasada. Mañana tocará sentar cátedra sobre los agujeros negros, o sobre el cultivo del banano en Cabo Verde, todos ellos temas que Lucía domina a la perfección.
El Circo Continúa…
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga