Una rana roja de Costa Rica, especie en vía de extinción, tomaba el sol plácidamente cuando una extraña voz la sacó de su letargo. “Epa”, le pareció escuchar al batracio. Cual no fue el susto de nuestra amiga cuando se dio la vuelta y se encontró con un asqueroso escorpión. Un escorpión de una especie que desconocía. Un escorpión con un flequillo de ratón que parecía cortado a golpe de cizalla. “¿Qué andas?”, pronunció el inmundo insecto con su particular entonación. La rana se quedó callada, expectante. “Ya me ayudarías a cruzar el río, que no se nadar joé”, prosiguió el asqueroso arácnido. La rana, desconfiada, se quedó mirando al visitante y le dijo: “de eso nada monada, que si me acerco a ti me picas y me muero”. “Bastante lío tengo con los sapos trans”, añadió. “Cómo así”, contestó el escorpión, “si te pico nos ahogamos los dos, joé”. “Además, si me ayudas a cruzar, ya te ayudaré a cazar moscas”. Total que a la rana le pareció buena idea, le dijo al del flequillo que se subiera a su espalda y empezó a cruzar el río a nado con su nuevo pasajero. Todo bien, hasta que ya lejos de la orilla, el escorpión desplegó su aguijón y se lo hundió a la pobre rana en el pescuezo. “Traidor”, fueron las últimas palabras de la pobre rana roja. “Ya lo siento, rana”, dijo el insecto malvado, “pero soy un escorpión y esto es lo que hago joé”. Entonces saltó sobre una hoja flotante y llegó sano y salvo a la otra orilla, donde le esperaban otros escorpiones con flequillo y le organizaron un ongi etorri.
Que Bildu incluya a asesinos etarras en sus listas electorales no debería sorprender a nadie. Es lo que hace. Que a los podemitas y a los golpistas independentistas catalanes eso les parezca un ejercicio legítimo de democracia no debería sorprender a nadie. Eso es lo que hacen.
Pero que a los socialistas les sorprenda que sus socios les metan un aguijonazo en la espalda en vísperas de las elecciones, es para hacérselo mirar. ¿O es que los muy imbéciles se creían especiales y que estaban a salvo de aguijonazos? Se habrán olvidado que la ETA asesinó a doce de sus compañeros, a quién llamaban “gorrinos”. Sin embargo, no duden ustedes que ni ese aguijonazo ni cinco más serán suficientes como para que Sánchez rompa con los asesinos. Un falcon vale mil aguijonazos.
Recuerdo hace unos años cuando un periódico identificó por la calle a Billy el Niño, policía franquista particularmente sádico con sus víctimas. ¡Qué no clamaron los socialistas! En cambio, cuando se cruzan con el torturador y asesino de Miguel Ángel Blanco, se asocian con él. Es que uno era fascista y el otro les apoya en el Congreso.
Me pregunto si este aguijonazo en la espalda le pasará factura a Sánchez en las elecciones. En cualquier caso, queridos lectores, el próximo domingo veintiocho de mayo, que nadie se quede en casa.
El Circo Continúa…
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga