Leo que algunos directivos del Barça han dicho que pagaban a los árbitros en defensa propia porque los árbitros ayudaban al Real Madrid. Una frase no solamente incriminatoria sino que contiene la esencia del nacionalismo independentista catalán: victimismo, complejo provinciano, obsesión con Madrid y, sobre todo, corrupción. Mucha corrupción. Todo ello aderezado con un falso relato justificador.
Triste existencia la de aquel que se siente perseguido, que cree que todos sus fracasos se deben a conspiraciones, que piensa que los que le odian y envidian se despiertan cada mañana urdiendo un nuevo plan para dañarle. Desgraciado aquel cuyos éxitos nunca son suficientes si no van acompañados del fracaso del enemigo español. Miserable vida la del que se considera constantemente humillado por Madrid. Sobre todo cuando a Madrid le va generalmente bien.
Esas similitudes entre el Barça y el separatismo catalán no son coincidencia ya que el Barça ha adoptado la ideología de los golpistas y se ha convertido desde hace ya muchos años en el escaparate del independentismo, haciendo que el Camp Nou, cada domingo desde hace muchos años, se transforme en un pequeño Nuremberg. Espectáculo obsceno donde los haya en el que se mezclan deporte y propaganda política de la manera más descarada. Está claro que los partidos del Fútbol Club Barcelona son seguidos en el mundo entero, ofreciendo así un extraordinario altavoz para vender a la comunidad internacional las mentiras victimistas de los golpistas. Obviamente, la imagen que ofrece el pueblo oprimido catalán debe ser triunfadora ante la adversidad, de ahí que no se pudieran permitir fracasos de su equipo nacional. ¿Qué significan unos milloncetes pagados a árbitros corruptos, si es para la causa? Sobre todo si de paso también ayudan al negoci. Sobre todo comparados con el tres por ciento de rigor. Sobre todo comparados a los cientos de millones trincados por la familia del patriarca.
En 2017, cuando los cincuenta y seis segundos de independencia de la Republiqueta, los dirigentes del Barça declararon que si se les echaba de la liga española ya encontrarían otros campeonatos nacionales como el italiano o el francés que los recibirían con los brazos abiertos. Igual que sus socios políticos independentistas dieron por hecho que tanto la ONU como la UE los aceptarían en su seno con alegría, los dirigentes del Barça dieron por hecho que los otros campeonatos soñaban con contar al FCB entre sus filas. Por supuesto ni los unos ni el otro se preocuparon por preguntar de antemano si sus supuestos eran ciertos o no eran más que el producto de sus ensoñaciones.
Pero lo que más me extrañó de aquellas declaraciones era la voluntad del Barça de ir a jugar a Italia o a Francia. ¿No tenían ya su país independiente? ¿Qué necesidad de buscar otra liga? A lo mejor resulta que la Republiqueta se le quedaba pequeña. A lo mejor resulta que tanto apoyo a los indepes no era más que una fachada para participar de la gran trincada nacionalista.
El nacionalismo lo corrompe todo. Cataluña ha pasado de ser una región abierta al Mundo a ser un país de paletos. Ha pasado de ser el motor de España a ser una de las economías peor paradas del “estat”. Ha pasado de ser un imán para la inversión extranjera ha ver cómo miles de sus empresas salen despavoridas hacia otras regiones españolas. Barcelona ha pasado de ser el centro intelectual de España a relegar el idioma de Cervantes a un gueto. Ha pasado de ser un destino mítico de turistas a ser un nido de carteristas y atracadores.
De la misma manera, el Barça, invadido por las metástasis del independentismo, ha pasado de ser uno de los clubs más admirados del Planeta Fútbol, a ser un paria en peligro de extinción.
La corrupción del Barça no solo pudre un club histórico, destroza las ilusiones de millones de seguidores culés, de los cuales muchos son niños que soñaban con vestir algún día la camiseta blaugrana y destroza la credibilidad de una de las mejores ligas del Mundo. Una Liga que perderá gran parte de su atractivo y de su valor si desaparece de ella el Barça. Pero, desgraciadamente, me temo que si todas esas bien fundadas sospechas de corrupción son ciertas, el Barça deberá desaparecer de nuestra competición.
Y, aún con todas las pruebas que están saliendo, seguimos oyendo gritos de “España ens roba” y “así gana el Madrid”. El nacionalismo es un cáncer que lo corrompe todo. Hasta las mentes de la gente de bien.
El Circo Continúa…
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga