Recuerdo un chiste anti De Gaulle que era más o menos así: “franceses, estáis de mierda hasta el cuello, pero cómo soy más alto que vosotros a mí solo me llega a las rodillas”.
Excluyendo la grandeza política, intelectual y moral del general, ese mismo chiste se le podría aplicar a Koldo Sánchez.
Gracias a los golpistas independentistas, Cataluña lleva casi quince años sumida en el caos político y estancada económicamente. La región está empantanada en discusiones bizantinas independentistas y perdida en peleas fratricidas entre fracciones indepes que han causado su retroceso económico y social y su perdida de peso en el conjunto de España. Lo que antaño fue la locomotora de la economía española se está convirtiendo en una rémora. Barcelona que llegó a ser la capital cultural del país y una referencia en Europa va camino de quedarse en una corte de los milagros. Aquellos que se han pasado la vida quejándose de que España no les quería han conseguido que sus fantasmas se hagan realidad a base de lloriqueos e insultos.
Solo una población de más de seis millones y una absurda ley electoral consiguen que Cataluña siga siendo relevante en España. Desgraciadamente para todos nosotros pero afortunadamente para gente sin ningún tipo de moral ni ética cómo Koldo Sánchez y sus Koldos, que están utilizando la influencia política de los indepes para agarrarse al poder.
Gracias a Koldo Sánchez el cáncer independentista catalán ha extendido sus metástasis por toda España. La enfermedad catalana ahora afecta al resto de nuestro país. Los síntomas son los mismos. Estancamiento económico. Intervención de la política en el mundo empresarial. Dejación de las obligaciones gubernativas. Pérdida de credibilidad de las instituciones políticas. Podredumbre intelectual y moral de la clase política.
Pero eso a Koldo Sánchez le gusta. Le interesa. Cuanta más porquería extienda a su alrededor menos destacará la suya y la de su banda.
El Congreso de los diputados ya empezó a convertirse en una corrala barojiana con la llegada de los podemitas y de otros elementos cómo ladrón, perdón digo Rufián. Ahora no es más que una congregación de verduleras en la que vuelan insultos, groserías, mentiras descaradas y amenazas nada veladas. El aire del Hemiciclo se ha hecho irrespirable. El espectáculo diario que ofrecen sus señorías avergüenza a cualquiera con dos dedos de frente. Deja ojipláticos a los contribuyentes, boquiabiertos a los votantes. Se dice que muchos futbolistas son un mal ejemplo para los niños que los idolatran. Pues yo no veo que un payaso cómo Neymar sea peor ejemplo que cualquier político. Al menos Neymar nos alegra con su futbol.
A mí se me ocurren algunas ideas para distender ese ambiente tóxico. Por ejemplo, sugiero que en el próximo pleno toda la bancada popular se ponga, a la de tres, una peluca de Ayuso, y se ponga a cantar al unísono y al son de “Guantanamera”: “me gusta la fruta, Pedro me gusta la fruta. Me gusta la fruuuuta. Pedro me gusta la fruta.”
También podrían ponerse todos una peluca rubia y cantar: “me lo llevo crudo. Pedro me lo llevo crudo. Me lo llevo cruuuuudo. Pedro me lo llevo crudo.”
O también ponerse una americana apretadita de solapa estrechita y cantar: “Santo Domingo. Begoña Santo Domingo. Santo Domiiiiingo. Vamos a Santo Domingo”.
No subiría el nivel del debate, no se le pueden pedir peras al olmo, pero por lo menos tendría su gracia. Seguro que a algún sociata se le escaparía una sonrisa furtiva. Y con algo de suerte Armengol podría liderar una conga alrededor de los taquígrafos. Puestos a dar un espectáculo penoso, por lo menos que sea divertido.
A eso hemos llegado, queridos lectores. Menos mal que nos queda la Semana Santa. Pásenlo bien y prudencia al volante.
El Circo Continúa…
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga