Anoche me desperté angustiado de una pesadilla. Soñé que nuestro Gran Dictador convocaba un referéndum de independencia en Cataluña y que los independentistas lo perdían. Cómo resultado, teníamos al vendedor de Sepu en la Moncloa para los próximos veinte años. Lo que no conseguí sacar en claro de mi pesadilla es si el Trilero seguía en condición de Presidente del Gobierno o de Presidente de una nueva república sanchista. Esa duda empeoró mi zozobra.
Tardé un buen rato en volver a conciliar el sueño y, durante mi desvelo, no dejé de reflexionar sobre la pesadilla que seguía clara en mi mente. Entonces caí en la cuenta que tanto el golpista de Waterloo, cómo el tuerto de Lledoners, cómo los jatorras del PNV, cómo los del flequillo debían estar en ese mismo momento dando vueltas en sus camas experimentando la misma angustia que yo. Ese momento de complicidad nocturna a distancia casi me emociona.
Me pregunto qué es lo que les angustiará más a los independentistas, si perder un referéndum o ganarlo. Quizás lo segundo. Me extrañaría mucho que estuvieran dispuestos a cambiar una situación en la que viven de la victimización y pueden obtener todo lo que quieran gracias al chantaje al estado español, por una nueva realidad en la que tengan que asumir responsabilidades y rendir cuentas. Sobre todo después de la experiencia de 2017 en Cataluña cuando se vio que una DUI provocaba la huida de miles de empresas, la expulsión de la UE y de la OTAN y no generaba ni una sola simpatía, que no fuera la de gentes marginales y poco recomendables. Los independentistas saben perfectamente que sus regiones se han enriquecido gracias España y son conscientes de las ventajas que obtienen a través del chantaje. Fuera de España todas esas ventajas desaparecerían en un abrir y cerrar de ojos y se verían al frente de nuevos países condenados al empobrecimiento y a la constante inestabilidad política.
La España actual ya no es la de hace un siglo, en la que el País Vasco y Cataluña eran el motor de un país pobre y atrasado. Hoy en día España es un país moderno y próspero y estoy seguro de que, gracias a regiones cómo Madrid o Valencia, gracias a sectores cómo el turismo o la automoción, podría perfectamente progresar. No me cabe duda que regiones cómo Andalucía o Galicia tienen un potencial enorme y que gracias a políticas económicas adecuadas podrían florecer y atraer inversión en cualquier sector. Y, sobre todo, la España de hoy en día es una democracia consolidada y moderna, respetada por todo el Mundo y miembro de la UE y de la OTAN.
Los españoles de hoy en día están cada vez menos dispuestos a aceptar ser tratados cómo inferiores por unos independentistas que se han revelado cómo lo que en realidad son: unos parásitos que viven a costa de millones de compatriotas que desprecian. Los españoles de hoy en día tienen la suficiente personalidad y formación cómo para prescindir de aquellos que se creen superiores.
Por todas estas razones, creo que podría haber llegado el momento de poner en evidencia a los independentistas y nacionalistas. Ha llegado el momento de dar un golpe en la mesa. Ha llegado el momento de ser valientes. Ha llegado el momento de romper la baraja y salir del callejón sin salida en el que nos encontramos.
Esa nueva propuesta por parte del PP de ilegalizar aquellos partidos que promuevan un referéndum ilegal solo es más de los mismo. Perpetúa la situación tóxica actual, da oxigeno a aquellos que tildan al centro derecha de fascista y refuerza la alianza entre el PSOE y el mundo independentista.
¿Qué pasaría si la derecha unida cambiase radicalmente de posición? Me refiero a proponer el cambio constitucional necesario para permitir un referéndum de independencia y promover dicho referéndum. Creo que ocurrirían tres cosas: Primero, la población española, harta de chantajes, lo entendería. Segundo, A los independentistas se les vería el pelo, porque en el fondo no quieren la independencia. Desaparecerían de golpe todas sus palancas de chantaje. Tercero Sánchez se vería totalmente descolocado y desequilibrado. Se le acabarían sus argumentos de progresismo anti fascista.
¿Qué pasaría si se llega a celebrar un referéndum? Si ganan los indepes, nos quitamos el chantaje para siempre. Si pierden, callan para siempre.
Este golpe de efecto le movería la silla al Gran Dictador. Le quitaría la alfombra de debajo de los pies. Y, sobre todo, impediría que Sánchez lo haga primero.
Espero que estas divagaciones nocturnas no provoquen la enemistad de algunos de mis queridos lectores. No es mala idea. Piénsenlo.
El Circo Continúa…
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga