Desde tiempos inmemoriales, la Universidad ha sido tanto templo del saber como refugio de vagos y maleantes. Ahí tenemos la maravillosa balada de los ahorcados que el asesino, ladrón, pendenciero y bachiller François Villon escribió en el siglo XV, mientras observaba, desde la ventana de su celda, cómo se construía el cadalso en el que le esperaba la horca.
Sin ir más lejos, aunque se vaya perdiendo la tradición, qué más español que las tunas, formadas por tunantes, es decir, vagos, pícaros y otras gentes de mal vivir, estudiantes eternos que viven del cuento y del engaño.
La diferencia hoy, viene a ser que los tunantes se han hecho con la universidad. Si antaño tuvimos rectores de inmensa dimensión intelectual como Miguel de Unamuno, en nuestros tiempos las universidades son dirigidas por tunantes como el ministro Subirats.
Ah, ¿No lo sabían? Pues sí, tenemos un Ministro de Universidades. Un tipo llamado Subirats, que parece que proviene del entorno de Ada Colau. Entorno intelectual donde los haya, y, si no se lo creen, a la famosa foto de la directora de comunicación de Ada meando de pie en medio de la calle me remito. Vamos, que tenemos a Ada, y, a considerable distancia, a Simone de Beauvoir. Pero no se preocupen, es normal que no conozcan al tal Subirats. No hace gran cosa, a parte de cobrar su sueldo que pagamos entre todos.
Es que donde antes teníamos un Ministerio de Ciencias, ahora tenemos dos y medio. El inefable trilero de la Moncloa cuando formó gobierno con Podemos, decidió escindir de Ciencias un nuevo ministerio, el de Universidades, para colocar un ministro del cupo podemita. Pero cómo se dieron cuenta de que no tenía sentido separar ciencias e investigación de universidades, se les ocurrió crear un nuevo órgano de coordinación entre ambos. De un sueldo, sacamos tres (más los de todos los equipos que van con ellos). Brillante ¿No?
En fin, a lo que íbamos, el tal Subirats es Ministro de Tunantes. Lógico, los tunantes podemitas querían mandar oficialmente sobre las instituciones que ya habían colonizado oficiosamente desde hace años. ¿Qué es el Cheposo sino un tunante de nuestra más antigua tradición picaresca? Un vago y maleante que vive del engaño y del cuento. Un pícaro que vive del dinero público. Un embaucador que vive de la ingenuidad de los habitantes de esas fábricas de ignorantes en las que los podemitas se empeñan en convertir nuestras universidades.
Ayer tuvimos el privilegio de asistir al discurso de una joven tunante, una tal Elisa Lozano, que recibía el premio a mejor estudiante de Comunicación Audiovisual en la Complutense. Elisa aprovechó su momento de gloria para escupir sobre su premio, sobre sus notas y sobre Isabel Díaz Ayuso, que se hallaba en la Complutense recibiendo un homenaje. Elisa se acaba de doctorar. Ya no necesita estudiar más. Ya no le hace falta buscar trabajo. Acaba de ser admitida en el clan de los tunantes podemitas. Sabe que después de su gran actuación de ayer ya se puede pasar la vida vagueando y comiendo de la sopa boba en la guarida complutense de los tunantes. Me alegro por ella, porque, si juzgamos por sus talentos de escritora y de oradora, tendría difícil ganarse la vida honestamente.
Fuera del hemiciclo, se habían congregado un puñado de tunantes para insultar y amenazar a Ayuso. Entre ellos se encontraban algunos que parecían más viejos que yo, probablemente buenos ejemplos de tunantes profesionales que llevan décadas vagando por los pasillos de la Complu. ¡Qué se habrá creído esa fascista, invadiendo el templo de los tunantes!
Pero no pasa nada porque el tunante Subirats nos ha explicado que la Universidad es lugar para el debate y el intercambio de pareceres, el lugar ideal para mandar callar a quién no piensa cómo tú. Vamos, que la posición oficial de nuestro gobierno es que apoya los escraches.
Y ahí no acaba la cosa, un tal Lobato, candidato del PSOE a la CAM, ha declarado que Ayuso se lo había buscado por ir a la Complutense a provocar. Me pregunto si la pobre Ayuso vestía minifalda…
En fin, que no pasa un día sin que nuestros inenarrables tunantes gobernantes se esfuercen en recibir una patada en sus tunantes nalgas el próximo mes de mayo.
Por favor, sigan así, no cambien nunca, tunantes.
El Circo Continúa…
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga