Seamos justos con el Cheposo. Algo de crédito se merece. Poca gente en la historia ha llegado tan alto como el ex coletas gracias a su mucha labia, su enorme cara dura y sus cuatro ideas mal masticadas. La verdad es que no se me ocurre a nadie. Exceptuando quizás a Adolf Hitler.
Podemos decir y pensar muchas cosas del Cheposo, pero el partido que le ha sacado a un físico poco favorecedor, una cultura limitada y una simpatía inexistente ha sido notable. ¿Inteligente quizás? No sabría decirlo, pero espabilado seguro. Y sin duda un carisma innegable, aunque a algunos nos cueste entenderlo. Pero, oye: hay gente pá tó. Un vivo, como dirían nuestros hermanos hispanoamericanos.
Dentro de la labia del Cheposo destaca la famosa expresión de “cabalgar contradicciones”, una de las muchas que le han hecho famoso, aunque la haya tomado prestada de la sabiduría general. En cualquier caso es una frase que le ha venido como anillo al dedo, tanto a él como a sus acólitos, para explicar sus actuaciones desde que llegaron al poder.
Esa frase es la piedra angular del podemismo. Gracias a ella se explican el chalé de Galapagar, las docenas de guardias civiles que impiden que la familia Iglesias reciba su propio jarabe democrático en forma de escraches o la naniasesora de O Sea Tía que cuida de sus adorables bebés a costa del contribuyente.
Pero también explica que un partido anti Otan permanezca en un gobierno que participa desde el seno de la Otan en la defensa de Ucrania; o que siga apoyando a una coalición que ha decidido alinearse con Marruecos en la cuestión saharaui, cuando es sabido que cualquier buen podemita es pro Polisario; o que no hayan pegado un portazo a la Moncloa después de la humillación de la revisión de la ley del Sí si.
El otro día conocí la existencia de un tipo cercano a Podemos que es el mejor ejemplo de esa cheposa cabalgata de contradicciones. Se trata de un tal Cristóbal Gallego. Cristóbal debe ser un tipo inteligente, al contrario de sus compañeros de ideología tiene estudios sólidos y brillantes: es ingeniero aeronáutico y doctor cum laude, chapó. Cristóbal también es un tipo comprometido con el Planeta. En 2018 firmó un manifiesto contra el uso del gas llamado “El Gas no es la Solución” que contenía un calendario concreto para el abandono del uso del gas como fuente energética. Imagino que fue su contribución a tan brillante trabajo la que le valió su nombramiento como consejero de … ¡Enagás!
Pero Cristóbal es sobre todo alguien íntegro ya que desde su fichaje para el consejo de la empresa gasística en 2020, se ha negado a votar el Informe Anual de Remuneraciones del Consejo, alegando falta de experiencia en la materia. Hombre, al principio uno puede entender que todavía le faltara criterio para opinar sobre las remuneraciones, pero en un año habrá tenido tiempo para aprender. ¡Es más fácil que diseñar un avión! O a lo mejor lo que Cristóbal no termina de entender bien es cómo coño una empresa cómo Enagas le paga un sueldo de ciento sesenta mil euros a un tipo cómo él. Pues nada Cristóbal, tú sigue cobrando y sigue sin preguntar.
Pero si tuvieras algún reparo moral sobre tu derecho a cobrar tanto dinero, no te preocupes en absoluto. Tu piensa en la compañera Pam. Ella cobra del erario público ciento treinta mil euros anuales. Principalmente por mostrarnos una foto de su consolador que lleva escrito: “esta máquina mata fascistas”. Ni siquiera en eso es original la ceporra: debería pagarle derechos de autor al gran Woody Guthrie.
¿Pagar, he dicho? Eso sí que es una contradicción con ser de Podemos.
El Circo Continúa
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga