Los expertos se suelen referir a la política internacional cómo al tablero de ajedrez geopolítico. Es un término que da una idea de la complejidad de las relaciones internacionales. Si la geopolítica en general es un tablero de ajedrez, la situación en el Oriente Medio es un Cubo de Rubik que además te suelta una descarga eléctrica cada vez que colocas mal una pieza.
La situación política israelí es endemoniada. La política interna del Estado de Palestina equivale a una guerra civil larvada desde hace muchos años. Israel está rodeada de estados fallidos cómo Iraq, Siria, Líbano, Palestina o Libia. Cada uno de estos territorios comanches alberga varias bandas terroristas con sus ejércitos privados y sus intereses particulares. Las dos principales potencias de la región, Irán y Arabia Saudí, están en guerra por procuración en el Yémen. Egipto está en equilibrio inestable y Jordania es una enana marrón. Irán comandita a los grupos terroristas Hamas y Hezbollah para que ejerzan una guerrilla incesante contra Israel. Existe una guerra civil religiosa entre suníes y chiíes. La demografía de la región es una bomba de relojería y los sistemas de educación son un campo de ruinas. Las masas de jóvenes se enfrentan a un futuro sórdido, abandonados por gobiernos corruptos y captados por bandas terroristas mafiosas. Si a este panorama desolador le añadimos fanatismo religioso, antisemitismo feroz y el elemento corruptor por definición que es el petróleo, obtenemos un coctel altamente explosivo.
El conflicto entre israelíes y palestinos es tan largo y tan complejo que lo han intentado solucionar sin éxito generaciones de los mayores expertos en geopolítica. Cada vez que ha asomado la posibilidad de una solución, los extremistas árabes e islamistas (aunque también algún israelí, no olvidemos el asesinato de Yitzhak Rabin) se han encargado de destruirla antes de que se pudiese empezar a implementar.
Es una situación tan compleja que sorprende que nuestra Barbi Boba, que no sabe explicar lo que es un ERTE, se atreva a dar su opinión al respecto. Pero ya se conoce el atrevimiento del estúpido.
Sin embargo, a pesar de tanta complejidad, me atreveré a dar una opinión simple de los terribles eventos que están sacudiendo Israel desde hace un par de días. Me llegan por adelantado las quejas de algunos lectores indignados. Pero es lo que hay.
En primer lugar, no mezclemos la población general palestina y los carniceros de Hamas. Ya sé que muchos palestinos votaron a Hamas, pero no me cabe duda que la mayoría de las madres y muchos jóvenes preferirían tener acceso a una educación que no sea recitar el Corán, disfrutar de servicios públicos eficaces y tener un futuro digno ante ellos. Todo eso se lo niegan los terroristas de Hamas que prefieren continuar una guerra sin sentido pero que justifica su existencia.
Todos los grupos terroristas tienen elementos en común. Salvando obvias diferencias, podemos observar muchos de estos puntos comunes entre Hamas y la ETA. Igual que la ETA en su día, Hamas tiene secuestrado al pueblo que dice defender. Ambas bandas han decidido que lo bueno para sus pueblos es lo que ellas deciden y que cualquiera que no comulgue con sus objetivos es un enemigo al que hay que eliminar. Igual que la ETA en su día, Hamas sabe perfectamente que no puede ganar militarmente por lo que confía que el peso de los muertos incline la balanza en su favor. Ni los dirigentes de la ETA en su día desde su refugio en el sur de Francia, ni los dirigentes de Hamas desde sus refugios subterráneos están dispuestos a considerar ninguna iniciativa de paz, porque saben que su existencia política y sus medios de subsistencia dependen de que sigan asesinando. Ambas bandas saben perfectamente que su victoria depende del reconocimiento internacional de su lucha y que eso solo se lo puede proporcionar la simpatía que generen las víctimas de su campo. Por eso el objetivo frustrado de la ETA durante cuarenta años fue que interviniera el ejército español en el País Vasco. Por eso Hamas está deseando que Tsahal cause el mayor número de víctimas civiles posibles en Gaza. Aquí no se trata de defender al pueblo palestino, se trata de seguir mandando aunque sea un sobre un descampado lleno de ruinas y cadáveres. Exactamente lo mismo que pasó en Bilbao durante cuarenta años.
Y no nos engañemos, esa estrategia funciona. Al igual que a muchos idiotas se les ponían los ojos en blanco cuando les hablaban de la lucha del pueblo vasco, a los rebaños podemitas no se les caen de la boca palabras cómo “genocidio”, “ocupación”, “derecho a defenderse”. Al que no se le saltan las lágrimas de alegría al ver cómo Hamas defiende la dignidad de los palestinos degollando y violando, nos habla con voz de entendido de “equidistancia”. Me temo que no deberemos esperar mucho para ver cómo un imitador descerebrado atenta en Europa contra alguna sinagoga.
La solución a la tragedia palestina está en manos de los propios palestinos, pero hasta que estos no comprendan que los causantes de sus desdichas no son los israelíes sino sus propios dirigentes corruptos y sangrientos que les llevan por la senda de la destrucción y la muerte, poco podrán hacer.
Dicho todo esto, queridos lectores, no dejemos que el horror en Israel no haga olvidar el horror en Ucrania. Anteayer los rusos bombardearon un funeral matando a sesenta civiles.
El Circo Continúa…
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga