Cuando tenía unos doce o trece años, los padres de mi gran amigo Juan emplearon un cocinero filipino. En aquellos tiempos pre globalización era raro ver en Madrid a un extranjero, no hablemos ya de un asiático. Bonifacio, el jardinero que trabajaba en casa de Juan, nativo de Valdeconejos, no sabía muy bien como interactuar con un ser tan extraño. El entendimiento entre los dos empleados era difícil, por utilizar un eufemismo.
Cuando Bonifacio se desesperaba de no entender ni papa de la mezcla de español, inglés y tagalo en la que se expresaba aquel extraterrestre, nos explicaba la imposibilidad de comunicación con una expresión simple que, en su mente, describía toda la incomprensión del Mundo: “ ¡estos negros!”.
Esta frase tan filosófica contenía un profundo sentido. Con ella, Bonifacio nos quería decir que todo lo que no era blanco era negro, que todos los negros eran iguales y que a los negros no había quien los entendiera. Una filosofía simplista, primitiva y, si no hubiera derivado de la ignorancia bon enfant de Bonifacio, sin duda racista. Una manera de ver las cosas que, en los años setenta y en la mente carente de educación y formación de un jardinero cuasi analfabeto se puede explicar, entender y perdonar. Hasta tenía su gracia. Por lo menos a nosotros nos hacía reír y se convirtió en un leitmotiv en nuestras conversaciones de adolescentes.
Una manera de pensar que sin duda, pensarán ustedes, queridos lectores, hoy ha desaparecido. Pues no, amigos. Sigue muy presente.
Antonio, que anda de gira por África, nos dio ayer otro recital de su brillantez, al declarar estar encantado de las relaciones entre España y Senegal y del buen entendimiento personal con el presidente de Senegal. Todo bien, si no fuera porque el histórico discurso tuvo lugar en Nairobi, ante el presidente de Kenia. Presidente de Kenia que le tuvo que recordar que aquel país no era Senegal… Aunque ellos también fueran negros, podría haber añadido el hombre de estado africano, si hubiera tenido sentido del humor.
Nos podemos preguntar si el error de Antonio no fue debido a un lapsus que mostraba el fondo de su pensamiento: para él son todos negros, todos los negros son iguales, un país de negros es intercambiable por otro país de negros, y a Antonio los negros se la repamflinflan porque solo está allí por su campaña de promoción personal. Por lo menos le podría haber pedido asesoramiento a Begoña, quién se supone que sabe mucho de negros, ya que el IE la nombró su embajadora en aquel continente. Y si no es por eso, seguro que por la sauna de su padre alguna vez ha aparecido algún chapero negro.
Vamos a ver si este artículo le llega a Antonio antes de que termine su gira Africana y le ayuda a evitar otras cantadas.
A ver Antonio, hay negros que son presidentes de EEUU y otros que son dictadores de Uganda; hay negros que son astrofísicos y otros que cultivan melones; hay negros que pertenecen a la Académie Française y otros que no saben leer; hay negros que son generales del ejército americano y otros que cortan cabezas en Liberia; hay negros musulmanes y otros cristianos; hay negros que hablan inglés, otros francés y otros swahili; hay negros premios Nobel de la paz en Suráfrica y otros genocidas en Ruanda; hay negros de Vox y otros de Podemos…
¿De verdad? ¿Igual que los blancos? Si, Antonio, igual que los blancos.
¡Estos socialistas!
El circo continúa.
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga