No, no es el título de una fábula de Esopo o de La Fontaine, aunque bien podría serlo. Es el titular del nivel intelectual y moral de las élites progresistas que dirigen nuestro pobre país.
Amparo Rubiales y Ángela Rodríguez Pam. Amp y Pam. Una es del PSOE, la otra Podemita. La primera ronda los ochenta años y la segunda apenas sobrepasa los treinta. Amp es histórica mientras que Pam ya es historia. Las dos son progresistas, feministas y defensoras de todas las minorías posibles e imaginables que peligran ante los envites del fascismo. Y a las dos se les ve el plumero cuando se sueltan la melena. Las contradicciones y los contratiempos no les gustan a ninguna y cuando se enfrentan a situaciones contrarias pierden la compostura y se pasan el progresismo por el “píntate el toto”. Cuando rascas el progresismo te sale la verdulera. Cuando le pasas el algodón al feminismo te sale la deslenguada. Cuando frotas a la renovadora te sale la rabanera.
La rival política de Pam es una “puta coja”. El rival político de Amp es un “judío nazi”. Yo no sabía que para una feminista ser puta era un insulto. ¡Calla, retrógrado! Yo pensaba que uno no se podía mofar de un discapacitado. ¡Calla, reaccionario! Yo pensaba que el antisemitismo era terreno de los nazis. ¡Calla, fascista! Aquí no hay quien entienda nada.
Claro que cuando la Fiscal General del Estado, feminista progre donde las haya, opina que su Ministro del Interior – y ex compañero de gobierno- es un “maricón, uno se pregunta si eso del progresismo no es una cosa pensada para los otros. Uno sospecha que los progresistas de verdad son tan superiores moralmente que se pueden permitir denigrar a las putas, a las cojas, a los judíos y a los maricones. Porque, ¡ay, amigos!, cómo se les ocurra a ustedes, fascistas de andar por casa, insultar a una puta, a una coja o a un maricón. ¡Qué no le dirán si se les ocurre hacer un comentario que pueda parecer racista!
Pero no pierdan esperanza. Cómo dice Tom Hanks en Filadelfia: “de vez en cuando, no a menudo, pero a veces, ocurre que la justicia triunfa. Y cuando ello ocurre es muy emocionante”.
Y, queridos lectores, hoy se pueden emocionar, porque la semana pasada fue una de esas veces en las que se hizo justicia. La semana pasada el Tribunal Supremo condenó a O Sea Tía, Ministra de Igualdad, a indemnizar a un ciudadano con dieciocho mil euros así cómo a presentarle excusas públicas, por llamarle violento, machista, maltratador y asesino por alusiones. Yo no entiendo que la “puta coja”, “ el judío nazi”, y el “maricón” se hayan tragado esos insultos y no hayan defendido su honor. Sus razones tendrán. Pero admiro a un ciudadano de a pie que se ha atrevido a defenderse contra los ataques de toda una ministra en ejercicio. Bravo, Rafael Marcos. ¡Olé tus bemoles!
Amigos, nosotros también nos podemos defender contra estas descerebradas. El 23J todos a votar. Botémoslas a votazos.
El Circo Continúa
José Luis Vilallonga
12/06/23