Siempre agradezco los comentarios de los lectores, aunque sean críticos o reprimendas. Todo ayuda a mejorar.
Ayer, alguien me reprochó que me burlara del aspecto físico de una parlamentaria. Esa persona tiene toda la razón. Es de muy mal estilo reírse del aspecto de las personas. Pido disculpas. Aunque es cierto que a veces la cara es el espejo del alma. Por ejemplo el Cheposo… ya estoy otra vez. Perdón, perdón.
En concreto, esa persona me reprochaba que asimilara a un papagayo a la “presidenta segunda”, como la llama el mulero que ejerce de portavoz del PSOE.
Repito, agradezco el comentario, pero en este caso en concreto me tengo que defender. Yo no me refería al aspecto de la presidenta segunda. Si mi intención hubieses sido burlarme de su aspecto, la habría comparado con una cacatúa. La cacatúa es un ave grande, blanca, de pico grande y curvo y luce una hermosa cresta. El papagayo en nada se parece a Yoli. Pero hay más. Es imposible comparar a Yoli con una cacatúa y eso por dos razones. En primer lugar, es de todos sabido que las cacatúas hembras no hablan y Yoli raja por los codos. Segundo, la cacatúas presentan la curiosa característica de la monogamia y la presi segun se arrima al macho que la aúpa. Hace dos años fue el Cheposo. Ahora le toca al vendedor de Sepu que mora en la Moncloa.
No. Mi referencia al papagayo guardaba relación con las dotes oratorias de la presi segun. El papagayo es un ave extraordinaria capaz de imitar perfectamente los sonidos. Gracias a ese don, el papagayo puede reproducir, por ejemplo, el sonido de un teléfono o un ladrido. Es el caso del papagayo que vive en la sala de espera del veterinario que cuida de Seven y Lola, que se agarran unos enormes mosqueos cada vez que se encuentran en presencia de aquel pájaro. De esa manera, al papagayo también puede imitar la voz humana y reproducir palabras exactamente cómo las pronunciaría una persona. Otra increíble capacidad del papagayo es que puede transmitir los sonidos que aprende a sus descendientes. Que se lo digan al capitán Haddock que descubre en una isla unos loros que llevan generaciones repitiendo las blasfemias que profería su antepasado. Eso no quiere decir, por supuesto, que los papagayos entiendan lo que dicen. Ellos solo repiten sonidos.
Exactamente igual que nuestra presidenta segunda. Y si no me creen, pídanle que les explique lo que es un ERTE. Yoli es experta en pronunciar una palabra detrás de otra durante interminables minutos. ¿Significa eso que tienen sentido las letanías soporíferas con las que nos castiga? Por supuesto que no. Solo son sonidos. ¿Significa eso que Yoli entiende el significado de los sonidos que emite? No necesariamente y a los ERTEs me remito. Pero bueno, ella es presidenta segunda. Por algo será.
Dicho todo esto, y parafraseando a Galileo: y sin embargo sí que parece una cacatúa.
Y yo, queridos lectores, me voy a jugar al golf, que por cierto está cada vez más lleno de cotorras. Parece el Congreso.
El Circo Continúa…
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga