Para aquellos lectores un poco ignorantes, lo importante del domingo de Resurrección no fue la conmemoración de la resurrección de Cristo. Aquel evento ocurrido hace dos mil años tuvo cierta influencia en el devenir de la Humanidad, es cierto, pero nada en comparación con lo que de verdad se celebró en el País Vasco (O Euskadi, o Euskal Herria, o incluso Vascongadas, según el credo de cada uno). El domingo se celebró el Aberri Eguna, el día de la Patria Vasca. Fácilmente entenderán ustedes que dicha conmemoración eclipse la celebración de la vuelta del Redentor. Tan importante es el Aberri Eguna, que los nacionalistas no celebran uno, sino dos. Uno, lo festejan alegremente los jatorras del PNV. El otro, más siniestro, lo dirigen los seguidores de la ETA.
El Aberri Eguna etarra tuvo lugar en Pamplona, supongo que como símbolo de continuidad entre aquel mítico reino euskerico contemporáneo y probablemente aliado del Rey Arturo -de ahí vienen sin duda las afinidades entre la burguesía bilbaína y la Pérfida Albión- y la gran Euskal Herria que ha de unificar las provincias vascas españolas con las francesas y Navarra, por supuesto sin contar con la opinión de aquellos navarros muy felices de ser españoles ni con la de aquellos franceses encantados de vivir en Francia. Fascistas todos ellos.
El aquelarre bildutarra contó con invitados de prestigio. Allí acudieron algunas de las fuerzas vivas del progresismo y de la democracia, como por ejemplo ERC, famosa por coliderar un golpe contra un estado democrático o la CUP, famosa por su dirigente que se olía el sobaco antes de subir a la tribuna del Parlamento catalán. Incluso apareció por allí un representante kanako. Pero, sobre todo, el invitado estrella fue Declan Kearny, dirigente del Sinn Fein.
Digo invitado estrella porque durante décadas, el IRA, Sin Fein y todo lo relacionado con el Ulster fue la base de todos los sueños húmedos de la galaxia etarra. La ETA y su apéndice Herri Batasuna dedicaron una gran parte de su existencia a tratar de convencer al Mundo entero de que el mal llamado conflicto vasco era lo mismo que los Troubles norirlandeses y que, al igual que los patriotas del IRA luchaban contra otros terroristas unionistas, los abertzales etarras luchaban en una guerra contra imaginarios unionistas españoles. Por supuesto, los etarras obviaban algunos detalles, como por ejemplo que la historia y la situación de Irlanda en nada se parecen a las del País Vasco; como por ejemplo que el conflicto religioso que envenena las relaciones entre las comunidades norirlandesas y es inexistente en España; o como, por ejemplo, que en el País Vasco solo mataban unos: ellos mismos. Pero aquellos no eran más que detalles sin importancia. Para los terroristas vascos solo importaba crear un relato que justificara sus crímenes. Por eso intentaron durante décadas que el ejército español interviniera en el País vasco, para demostrar que, al igual que sus héroes del IRA, ellos luchaban contra un invasor.
Pero ni Bilbao era Belfast ni San Sebastián era Londonderry. Y, gracias a Dios, los militares españoles tuvieron la inteligencia y el valor de apretar los dientes y dejar que la justicia y la ley española hicieran su trabajo. Lo que finalmente ocurrió después de años de sufrimiento y de horror. Y, gracias a Dios, absolutamente nadie se tragó el relato propagandístico etarra.
El Mundo separatista terrorista está lleno de engaños y mentiras. Sin ir más lejos, fíjense por ejemplo en el suegro del prestigioso invitado irlandés de Bildu. Pues resulta que fue ejecutado por sus amigotes del IRA por ser un topo de los servicios secretos de su Majestad. ¡Anda que si el amigo Declan resulta ser como su suegro!
El Circo Continúa…
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga